Sería fácil dejarse llevar por la negatividad en el balance de este 2020. ¡Cómo nos ha descolocado este año! Cuando lo iniciábamos, no podíamos imaginar que un virus condicionaría las vidas de millones de personas a nivel planetario. Y, por supuesto, también las nuestras y la de nuestra organización.
En el plano interno, la mayor preocupación en estos meses ha sido acompañar al voluntariado de las delegaciones. A medida que la pandemia iba haciendo cada vez más difícil el contacto humano, los eventos, las actividades habituales… se hacía más importante fortalecer los mecanismos que ofrece la tecnología para las reuniones virtuales y el trabajo online e impulsar la creatividad en las acciones de sensibilización y solidaridad. Puede decirse que los espacios de decisión, como por ejemplo la Junta Directiva, han sido convocados con mayor frecuencia y ha sido mayor el esfuerzo de las personas por dar respuesta a los retos que se iban planteando.
El desafío de atender los compromisos adquiridos en el área de cooperación internacional y de acción social ha centrado muchos esfuerzos, no sólo de la oficina técnica, sino especialmente de las personas voluntarias en las delegaciones y Junta Directiva. Nos hemos encontrado con el crecimiento de las dificultades y carencias en las comunidades que apoyamos, al tiempo que se limitaba la capacidad para generar fondos. No hay palabras para agradecer la entrega de tantas personas para superar esta situación.
A pesar de la pandemia, no ha disminuido la apuesta por la formación y la sensibilización, con el fortalecimiento de las acciones de los proyectos Si el mundo fuera un Iceberg y Agentes Generadores de Cambio, pero también con el desarrollo de programas de Aprendizaje y Servicio con las Universidades, la consolidación del grupo Manos Jóvenes-Proclade, la participación en redes como Enlázate por la Justicia, CAONGD, Movimiento por el Clima etc. Vamos avanzando en el camino de integrar que cualquier cambio global pasa por el cambio personal y de los modos de vida que están comprometiendo la justicia y la sostenibilidad en todo el planeta.
Quizá la palabra que resume la experiencia de estos meses es fragilidad. Sí. Hemos sido más conscientes que nunca de nuestra fragilidad personal, comunitaria, como sociedad humana… De repente los planes, seguridades, autosuficiencia… se vienen abajo y el mundo se tiene que parar. Y dar paso a la creatividad, los cuidados, la adaptación. De todo ello se recogen muchos aprendizajes sobre la necesidad de herramientas para gestionar la incertidumbre y desarrollar nuestra capacidad de confiar, confianza en otros y en otras y confianza en Dios, que no nos abandona.
Inmaculada Mercado Alonso
Directora
Pronto nos volveremos a abrazar