Con el 30 de enero concluimos este ciclo de conmemoraciones en torno al poder de la educación como herramienta del cambio social. El Día Escolar de la Paz y la No Violencia viene a completar al 24 de enero, Día Internacional de la Educación, y al 26 de enero, Día Mundial de la Educación Ambiental.
La violencia está inmersa en nuestra sociedad en sus múltiples manifestaciones. Nace siempre de una mirada amenazante y despreciativa hacia el otro, que no pocas veces construye desigualdades e injusticias y, por tanto, está en la raíz de más violencia. Es una espiral que, como nos recuerda el Papa Francisco en su encíclica Fratelli Tutti, sólo puede detenerse desde la conciencia de la fraternidad universal y la amistad social.
En los últimos tiempos, además, los comportamientos violentos, las agresiones, las persecuciones, las guerras… son “naturalizados” a través de los medios de comunicación y las redes sociales, de manera que la población infantil y juvenil está expuesta a modelos que se reproducen desde edades muy tempranas. Comportamientos como el bullying o el ciberacoso están cada vez más presentes en el ámbito escolar y generan cada vez más víctimas.
Una educación inspirada en una cultura de no violencia y paz permite a los alumnos y las alumnas adquirir conocimientos, actitudes y competencias que refuercen su desarrollo como ciudadanos y ciudadanas globales, personas críticas y comprometidas con sus derechos y los de otras personas.
La conmemoración de este día busca sembrar valores en el alumnado, con el objetivo de crear hombres y mujeres que prefieran hablar en vez de golpear, conciliar en vez de gritar y unirse en vez de competir fieramente unos contra otros. Esto es lo que se conoce como cultura de paz.
Desde Proclade Bética trabajamos en esta línea con proyectos como ‘Si el mundo fuese un iceberg’ y ‘La Educación Cambia Vidas’, que tienen como objetivo fortalecer valores de respeto, amor, justicia, libertad, paz, equidad o igualdad, tolerancia, lealtad, responsabilidad y honestidad:
En ‘Si el Mundo fuese un Iceberg’, con el apoyo de la Agencia Andaluza de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AACID) y dirigido a centros educativos andaluces, grupos de voluntariado y ciudadanía en general, a través de diferentes herramientas (videojuego, exposición, actos públicos…), se pretende impulsar la reflexión y la acción personal y colectiva en el cambio hacia un modelo de desarrollo basado en la igualdad de género y en la conciencia ecológica y medioambiental.
El programa ‘La Educación Cambia Vidas’ (ECV), apuesta por el derecho a la educación de niños y niñas en zonas empobrecidas, la educación es clave para asegurar entornos seguros, y promover la cultura de paz, ECV se desarrolla en 5 países a través de 6 proyectos educativos plurianuales, con el objetivo de garantizar la finalización del ciclo escolar y una educación que tenga como motor el desarrollo integral de la persona. Los proyectos son: ECV en la India, ECV en Argentina, ECV en Zimbabwe (el Proyecto Karikoga y Proyecto de Estudios Universitarios), ECV en la República Democrática del Congo, y ECV en Marruecos.