Balance de la directora de Proclade Bética de 2018

En estos días en que hacemos balance de lo que ha ocurrido durante el año, miro el trabajo de Proclade Bética y mi sentimiento es de mucho agradecimiento.

Las organizaciones las hacen las personas y realmente tenemos un gran potencial humano y esa es nuestra mayor riqueza: las personas voluntarias de la Junta Directiva, de las delegaciones y todas aquellas que participan y colaboran en nuestras actividades; los misioneros claretianos, otras congregaciones y otras organizaciones que actúan como contrapartes en nuestros proyectos y se esfuerzan por estirar al máximo los recursos para que tengan un impacto mayor en las personas destinatarias; nuestros socios/as, las personas e instituciones donantes… Pienso en eso y me mueve a una gran esperanza en que es posible trabajar por un mundo mejor, con humildad, pero poniendo el granito de arena que a cada quien le corresponde.

Desde ahí veo también que ha sido un año en el que vamos dando forma a algunos cambios que nos parecen necesarios para fortalecer la organización, para impulsar una dinámica más participativa de discernimiento continuo sobre los para qué, cómo, con quién, y… desde dónde. Hemos trabajado para que dentro y fuera de la organización se perciba a Proclade Bética como un instrumento de la misión claretiana para la cooperación al desarrollo, la educación transformadora y la sensibilización. Nos hemos esforzado para que haya una apropiación de la ONGD por parte de los propios claretianos, pero también por parte de personas que están en relación con ellos en colegios, parroquias, grupos de seglares, pastoral juvenil…

Ha sido un año muy intenso de trabajo para seguir manteniendo un nivel de calidad alto en la formulación, seguimiento y cierre de los proyectos, no pensando sólo en la excelencia técnica, sino principalmente en las personas a las que destinamos esos esfuerzos: las mujeres, las personas mayores, jóvenes, niños y niñas. Para mí, personalmente, ha sido un año de encontrarme por primera vez con esta realidad en Bolivia, Argentina o El Salvador, y dejarme afectar por sus vidas para intentar transmitir a las personas de aquí que vale mucho la pena reforzar los vínculos fraternos que nos unen, apoyar sus procesos de desarrollo y reivindicar con más fuerza sus derechos fundamentales.

Por último me gustaría tener una palabra sobre nuestro voluntariado, sobre las delegaciones de Proclade Bética. Durante estos meses he conocido su realidad y sus actividades y valorado el potencial que puede desplegarse si intensificamos la formación y el acompañamiento de las personas, impulsamos dinámicas de apertura y renovación, diversificamos las actividades y nos comprometemos con los entornos locales en tareas de sensibilización y cuestionamiento de nuestros modos de vida y consumo. Son maravillosas las personas que están trabajando desde hace años en la ONGD con una fuerte identidad y motivación, superando las dificultades y sin perder el ánimo. Son las manos y los pies de Proclade Bética, sin ellos, nada sería posible.

Así es que la sensación de este año 2018 es que ha estado cargado de nombres, rostros y sueños. Y que nos impulsa a afrontar con muchísima ilusión el año 2019, pidiendo al Señor que nos guíe por sus caminos.

 

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