Cinco telas, cinco historias: Estereotipos machistas

3 de marzo de 2021. Esta tela a la que nos referimos en este artículo tiene una pequeña historia. En 2019, en los inicios de la ejecución del proyecto Si el mundo fuese un Iceberg, durante el proceso de creación del videojuego que forma parte de sus materiales, se contactó con docentes de primaria y secundaria para recopilar frases que escuchan en los patios de los centros educativos y que formaron parte del mini juego Machismo a prueba.

Estas frases son estereotipos de género, es decir, creencias anticuadas que dicen cómo tenemos que ser, que nos limitan como personas y que dan lugar a situaciones de desigualdad y discriminación, tanto para chicas como para chicos.

El hecho de que la infancia reproduzca lo que ve en la sociedad hace pensar que esas frases están demasiado presentes y naturalizadas, como si formar parte de una larga época de opresión las hiciera indestructibles.

 ¿Indestructibles?

Es lo que tiene el arte, que puede destruir algo, al menos metafóricamente. Así, con una herramienta tan habitual en las cocinas que sostienen nuestras vidas, una batidora, se han destruido los estereotipos.

En la realidad, acabar con los estereotipos es algo más complicado. Significa mirar nuestros propios sesgos, hacer ese ejercicio necesario de introspección y revisión de nuestras conductas. Porque todas las personas contribuimos a mantenerlos y los reproducimos en mayor o menor medida.

Quién no haya dicho eso de no llores que te pones muy fea, que tire la primera piedra.

Pero igual que hoy día hay chistes que parecen terriblemente ofensivos para las mujeres, llegará un día en que frases como los niños no lloran parecerán extremadamente graves para su desarrollo emocional. O quizás ya lo parecen.

Los estereotipos tienden, entre otras cosas, a infravalorar las características tradicionalmente asociadas a las mujeres (peleas como una chica, las princesas son tontas, lloras como una niña) y a priorizar la importancia de estar guapas para los demás (no llores que te pones muy fea, aquí lo importante es estar guapas, pintarse es de niñas). En los chicos se tiende a justificar la violencia (cuando le decimos a una niña si te pega es que le gustas, los niños son unos brutos o a un chico, pelea como un hombre) y a impedir su pleno desarrollo expresivo o emocional (los niños no lloran, gimnasia rítmica es para las chicas).  Esta cantidad de expectativas, limitan el desarrollo integral de la infancia y alimentan una cultura de desigualdad y violencia de género.

Lo que decimos, lo que esperamos, lo que nos permitimos, lo que consumismo o lo que expresamos, todo puede llevar implícito un estereotipo provocador de desigualdad y discriminación. Por si se escapan algunos dejamos aquí la batidora.

 

 

Autora de la ilustración: Beatriz Cabrera

 

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