Educación y clima, ¿te atreves a mirar?

¿Te has parado alguna vez a pensar qué consecuencias tienen tus actos cotidianos en el planeta? ¿Y en personas o colectivos de otros países? ¿Sabes el impacto que puede tener en el medio ambiente la fabricación de un simple pantalón vaquero? ¿Has caído en la cuenta de la poca representación de las mujeres en los libros de texto? ¿Y en las altas esferas de decisión política?

Proclade Bética saca una nueva edición de su revista, de carácter semestral, que corresponde al número 64 y que trata de responder a todas estas preguntas con su contenido, centrado sobre todo en el proyecto de educación para el desarrollo ‘Si el mundo fuese un iceberg’ cuya labor de sensibilización se encuentra en pleno proceso y a la que se pueden sumar todos los centros educativos que lo deseen. El lema: ¿Te atreves a mirar?

Como destaca en su editorial Ángela Sanz, responsable del Área de Educación para el Desarrollo de Proclade Bética, “cada revista que publicamos son pequeños pedazos de la vida de esta organización”, y nos anima a buscar diferente fuentes de información a la hora de mirar la realidad porque muchas veces lo que llega es solo la punta del Iceberg.

En la revista, en el apartado de nuestros proyectos, se puede encontrar el programa Educación Cambia Vidas que es motor de nuestra organización y Ángela continúa hablando de la educación, citando la frase de Nelson Mandela “La educación es el arma más poderosa para cambiar el mundo”. Esta frase no es baladí, sino que entraña una verdad reconocida por todos: hay que desarrollar una educación empática con las personas y con la naturaleza. Una educación que ponga la vida en el centro, que no solo se traduzca en conocimientos técnicos y académicos, sino que se ponga “al servicio” para combatir la pobreza. Una educación que busque las causas de los problemas y no se quede en la superficie.

“La educación en la que creo me va transformando para comprender mejor el mundo y así poder actuar junto a tantas personas, que sueñan cada día con un mundo más humano”. Tampoco hay que olvidar que en el aprendizaje de la vida necesitamos “dosis de empatía que nos permita sentir el dolor del otro”. Necesitamos tiempos de calidad para relacionarnos con los demás y estar en contacto con el medio ambiente.

“Todo eso también es educar, por tanto cada una de nosotras y nosotros debemos ser educadores para la paz, y para defender a quien no tiene los medios”, concluye.

Revista Proclade Bética número 64

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