En el Día del Trabajo, Proclade Bética se suma a la reivindicación de todos los trabajadores y trabajadoras del mundo y a la Iglesia católica por el derecho a un trabajo decente.
La Agenda 2030 insta a los gobiernos y las organizaciones en su objetivo 8 a promover un crecimiento económico sostenido, inclusivo y sostenible, el pleno empleo productivo y el trabajo decente. Todo ello, atendiendo a un análisis de la realidad global en la que todavía pueden encontrarse situaciones de trabajo infantil, ausencia de protección social para las familias, las madres y los mayores, falta de oportunidades para acceder al empleo a las personas jóvenes, los inmigrantes, otros colectivos… sin mencionar los millones de personas que, aún teniendo un trabajo remunerado, no pueden alcanzar la subsistencia con sus bajos salarios.
Para la Organización Mundial del Trabajo (OIT), el trabajo decente sintetiza las aspiraciones de las personas durante su vida laboral. Significa la oportunidad de acceder a un empleo productivo que genere un ingreso justo, la seguridad en el lugar de trabajo y la protección social para las familias, mejores perspectivas de desarrollo personal e integración social, libertad para que los individuos expresen sus opiniones, se organicen y participen en las decisiones que afectan sus vidas, y la igualdad de oportunidades y trato para todos, mujeres y hombres.
Proclade Bética se suma a la campaña de las entidades y organizaciones de inspiración cristiana, IGLESIA POR UN TRABAJO DECENTE (ITD), que este año lanzan el lema “Priorizando a las personas, descartando la indecente precariedad” para denunciar los graves efectos que la precariedad laboral está teniendo en “la juventud hundida en una pobreza crónica que les imposibilita un proyecto de vida”, en las “familias cuyas necesidades básicas quedan sin asegurar o sin cubrir, como son el techo, luz, comida, ropa o medicamentos” y en las “personas mayores que sufren una vejez sin calidad a causa de unas pensiones indignas”.