Igualdad salarial para una economía inclusiva y sostenible

El Día Europeo por la Igualdad Salarial (22 de febrero) nos recuerda que ni siquiera en este continente es una realidad este derecho reconocido por NN.UU y fijado como horizonte dentro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la Agenda 2030.

En muchos países del mundo la educación, la participación ciudadana y las legislaciones laborales avanzan para impedir que exista discriminación salarial entre hombres y mujeres. La cuestión es que la definición de igualdad en la remuneración va mucho más allá de “mismo trabajo- mismo sueldo”.

Una de las claves es el valor económico real que nuestras sociedades otorgan a “los cuidados” y la asignación de estos trabajos en función del género. Las actividades relacionadas con el sostenimiento de los hogares, el cuidado de mayores y menores, enfermos y discapacitados, la salud, la educación, la intervención social… tienen un valor que no está reconocido por el mercado. En muchos casos, ni siquiera está contabilizado como servicios imprescindibles para el funcionamiento de la vida y como riqueza social y económica.

La pandemia ha puesto de manifiesto hasta qué punto estos trabajos esenciales, protagonizados de forma mayoritaria por las mujeres, están poco reconocidos, son precarios y no tienen el valor monetario que corresponde a su importancia social. Todos ellos tienen un fuerte sesgo de género, por lo que numerosos organismos internacionales destacan cómo se ha intensificado la desigualdad y ampliado la brecha salarial. Según la Coalición Internacional para la Igualdad Salarial (EPIC) “las mujeres han estado en el centro de la batalla contra COVID-19”:

  • Constituyen dos tercios del personal sanitario en todo el mundo y representan el 90% del trabajo de cuidados de larga duración en los países de la OCDE.
  • La crisis amplificó la carga de cuidados no remunerados para las mujeres, ya que éstas asumieron directamente las consecuencias del cierre de centros educativos, asistenciales y sociales.
  • Las repercusiones económicas a corto plazo de COVID-19 han afectado especialmente a sectores que son grandes empleadores de mujeres (empleo del hogar, turismo, alimentación, hostelería…). Como resultado, las mujeres han sufrido de manera desproporcionada la reducción de las horas de trabajo y la pérdida de empleos en todos los países del G-20 sobre los que se dispone de datos.

La pandemia amenaza gravemente los logros alcanzados en materia de igualdad de género en el ámbito económico y laboral de las últimas décadas. Se necesitan, más que nunca, políticas educativas y laborales decidas, encaminadas a  visibilizar el trabajo de cuidados, mejorar las condiciones laborales de las personas ocupadas en trabajos esenciales y cuidados, reforzar las políticas de conciliación de hombres y mujeres de manera que sea efectiva la igualdad de oportunidades en el acceso a la educación y la formación superior, el empleo y los puestos de dirección y liderazgo, etc.

La igualdad salarial entre hombres y mujeres es un derecho, pero es también una herramienta imprescindible para una economía próspera que genere crecimiento inclusivo y sostenible. La valoración del trabajo desde la perspectiva de la igualdad de género es esencial para garantizar que hombres y mujeres puedan aportar todas sus capacidades, actitudes y competencias en el hogar, en el trabajo profesional y en la vida pública, para favorecer el avance de las sociedades y las economías en general, colocando a la persona como centro.

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