Los pueblos indígenas son depositarios una diversidad cultural que enriquece a la humanidad. Son guardianes del entorno transmitiendo, de generación en generación, un modelo de relación con la naturaleza basado en el equilibrio y el respeto. Sus territorios albergan el 80% de la biodiversidad del mundo y albergan la sabiduría de una gestión sostenible que necesitamos para la supervivencia como especie humana.
A pesar de ello, la mayoría de estas poblaciones indígenas se encuentran en la actualidad entre las poblaciones más vulneradas y excluidas del mundo. La comunidad internacional reconoce que se necesitan medidas especiales para proteger sus derechos y mantener sus culturas y sus formas de vida. Por eso se celebra el Día Internacional de los Pueblos Indígenas (9 de agosto) como oportunidad para sensibilizar, crear conciencia e incidir en el objetivo de mejorar su situación.
La Iglesia quiere ser aliada de los pueblos indígenas
Las comunidades indígenas se enfrentan a una serie de desafíos históricos que no han hecho más que agravarse con los efectos del COVID19. Están relacionados con el acceso deficiente a la atención sanitaria, tasas significativamente más altas de enfermedades que en otros lugares son curables, falta de acceso a derechos esenciales como el agua, o servicios básicos de saneamiento, productos para la limpieza o la desinfección, que son clave como estrategia preventiva.
La mayoría de los dispensarios de salud locales suelen estar distantes, mal equipados y carentes de personal especializado, no sólo en la atención sanitaria, sino también en un acompañamiento contextualizado que requiere competencias en comunicación en lenguas indígenas y capacidades para prestar sus servicios con suficiente conocimiento del entorno cultural y ambiental.
Los estilos de vida tradicionales de los pueblos indígenas son una fuente de resiliencia, pero este momento pueden estar amenazados debido a la propagación del virus. Algunas familias indígenas viven en viviendas multigeneracionales, lo que les pone en peligro, especialmente a las personas ancianas. Además, los pueblos indígenas afrontan una inseguridad alimentaria como resultado de perder sus tierras y territorios tradicionales, enfrentándose a retos aún más graves en el acceso a los alimentos: sus métodos tradicionales, que a menudo se basan en la tierra, hacen que muchos trabajos se desarrollen en ocupaciones tradicionales y economías de subsistencia. Las mujeres indígenas, que suelen ser las principales proveedoras de alimentos y cuidados para sus familias, están sufriendo de manera especial esta situación.
La Iglesia Católica, con el Papa Francisco a la cabeza, levanta su voz para que se reconozca el valor de los pueblos indígenas, y ha puesto el foco internacional sobre ellos con la celebración del Sínodo de la Amazonía y la publicación de “Querida Amazonía”.
Proclade Bética también se une a este día especial para los pueblos indígenas. Celebramos y reivindicamos su aporte a la humanidad y a la conservación de la Casa Común. Recordamos en a las personas que participan en proyectos de cooperación internacional para el desarrollo en diferentes países como El Salvador, Ecuador, Bolivia, Zimbabwe, India y R.D. Congo, donde se intenta apoyar a las comunidades por su derecho a la seguridad alimentaria, la educación, las infraestructuras de servicios básicos, la salud…que se ven ahora más que nunca amenazadas por la crisis del COVID19.
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(Foto: REPAM)