Las personas que trabajan como voluntarias en las delegaciones participan en diferentes áreas y actividades según su disponibilidad de tiempo y sus capacidades.
Con independencia de esto, el Plan prevé que todas ellas se incorporen a un itinerario de formación y acompañamiento de forma que su actividad voluntaria les sirva para crecer en conocimiento, habilidades y sentido crítico de las realidades sociales que determinan la exclusión, la pobreza o el deterioro ambiental.
En el equipo ejecutivo de las delegaciones, las personas realizan un servicio interno hacia el corazón de la organización con el delegado/a en su coordinación, mientras que otras personas desempeñan tareas de administración de recursos, comunicación, atención al voluntariado, etc.
Hacia afuera, las actividades se multiplican de acuerdo con la propia vitalidad y capacidad en la planificación de las mismas, siempre en relación con las líneas estratégicas marcadas por la organización: participación en las redes locales para el desarrollo (coordinadoras locales, plataformas de incidencia…); diseño, organización y desarrollo de actividades de Educación para el Desarrollo (EpD) y sensibilización, movilización, denuncia e incidencia, actividades para apoyar y financiar proyectos de cooperación para el desarrollo…
El Plan de voluntariado pone especial atención a la necesidad de implicarse e incidir en los entornos locales y, en la medida de las posibilidades y recursos de cada delegación, promover, articular y acompañar un voluntariado social que pueda dar respuesta a la demanda de personas y contextos cercanos a la familia claretiana.
También se incide en la necesidad de generar espacios y actividades protagonizadas y orientadas a la participación de las personas más jóvenes, como prioridad para la organización.
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